Alumno de Ciencias de la Comunicación UCEM
Servicio social del Laboratorio de Periodismo UCEM
El INEGI publicó hace poco un estudio que muestra una realidad que es incómoda, pero bien conocida por los mexicanos: el estatus social de un individuo está estrechamente relacionado con el color de su piel.
El Módulo de Movilidad Social Intergeneracional que publicó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía el 16 de junio de este año presenta información relacionada con diferentes características que influyen en la posición socioeconómica de los integrantes de la población de 25 a 64 años en México. Una de estas clasificaciones es la de “percepción de movilidad social por autoreconocimiento de color de piel” en la que se aplicó una escala cromática, utilizada en el Proyecto sobre Etnicidad y Raza en América Latina (PERLA, por sus siglas en inglés), que clasifica la piel en 11 tonalidades para que el propio entrevistado identificara su color de piel. De las personas que se autoclasificaron en las tres tonalidades más claras, sólo 10% no cuenta con algún nivel de escolaridad, mientras que para las personas que se ubicaron en las tres tonalidades más oscuras esta cifra subió a un 20.2%. De igual forma, en el grupo de personas con piel más clara 79.2% cuenta con un nivel superior, mientras que en las tonalidades más oscuras sólo un 25% alcanza este nivel de escolaridad.
Desafortunadamente, en nuestro país así como en muchos otros, la piel blanca es generalmente asociada al prestigio, mientras que la piel oscura se relaciona con lo humilde. En un tweet que publicó el director del INEGI y en el que incluyó un enlace al estudio de movilidad social, señaló que “Las personas con piel más clara son directores, jefes o profesionistas; las de piel más oscura son artesanos, operadores o de apoyo”. Esto generó cierta controversia y provocó que usuarios de la red social lo tacharan de racista a pesar de que se refería a los resultados estadísticos de un estudio que, como Santaella mencionó en otro tweet, “arroja una triste realidad de nuestro país que estamos obligados a resolver”.
Algo curioso es que de acuerdo con el estudio “World Value Survey”, reportado por Washington Post en mayo de 2013, México se encuentra entre los 20 países menos racistas, lo que contradice a la información obtenida por el INEGI (a no ser que la complemente, caso en el que tendríamos un grave problema a nivel mundial). En este estudio se encuestó a los participantes sobre qué tipo de personas ellos se negarían a convivir y un porcentaje entre 5 y 9.9 de los mexicanos eligieron la respuesta “personas de otra raza”.
Una posible explicación a esta incoherencia es la falta de honestidad de los encuestados al responder este tipo de preguntas. O tal vez debido a nuestra naturaleza mestiza que nos agrupa a la mayoría de los mexicanos, discriminamos a nuestra propia gente y cuando nos hablan de otras razas pensamos en gente europea y extranjeros. A pesar de éste último estudio no podemos negar que existe una discriminación hacia los mexicanos de piel más oscura cuando por ejemplo es común escuchar expresiones despectivas como “tez humilde” o se usa la palabra “indio” como un insulto.
Si bien no se puede decir que el color de piel de un mexicano determina su futuro, tampoco sería certero ignorar este factor como algo que en parte influye en su estatus social y vida laboral. El hecho de que se haya producido una conversación acerca de este problema a partir del estudio publicado en Internet es un gran paso que mediante el diálogo y la reflexión nos permita dejar atrás los prejuicios para lograr crecer como individuos y como país.