Por: Daniel Pérez Romo
Alumno de Ciencias de la Comunicación UCEM
Servicio social del Laboratorio de Periodismo UCEM

Marcha de mujeres en Washington. Foto por: Mark Dixon, bajo licencia de CC-BY-2.0
El pasado 8 de marzo se subió al canal de Youtube Spotlight un video titulado “#HerVoiceIsMyVoice” para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, así que decidí echarle un vistazo: como es de costumbre para este canal, el video es una compilación de varios clips que muestran a videobloggers, celebridades y personajes importantes como Malala Yousafzai, Ellen Degeneres o Yuya. Al final presenta un texto que te invita a compartir el video de una mujer que te inspire en este día tan significativo.
Para mí el video tiene un buen mensaje que es celebrar la equidad de género y forjar un lazo entre las mujeres de todo el mundo. Lo que me llamó la atención fue que al desplazarme hacia abajo noté inmediatamente los 23,194 dislikes contra solo 17,781 likes que tenía el video. Los comentarios de usuarios tampoco eran muy generosos, al punto que me fue tarea difícil encontrar un solo comentario positivo, pero, ¿a qué se deberá tanta negatividad?
La verdad es que el rechazo a la publicación no fue una gran sorpresa porque ya había visto este tipo de reacciones en un video subido por el mismo canal en junio del año pasado llamado “#ProudToBe” que habla de la identidad de género. Sin embargo, la diferencia entre likes y dislikes de “#HerVoiceIsMyVoice” hasta la fecha es incluso mayor, proporcionalmente hablando, al video publicado 8 meses atrás. Además, el video del Día Internacional de la Mujer del año pasado, aunque tampoco fue un éxito, tuvo un poco más de la mitad de likes. Extrañamente, el video del 2015 “#ProudToLove” que celebra el matrimonio igualitario en Estados Unidos fue muy bien recibido al igual que “Celebrating the artists, activists and creators of today” que aborda el tema del racismo. Es casi como si la equidad de género se haya vuelto el tema más controversial de la actualidad, al menos en la comunidad de esta plataforma.
En una charla que tuve al respecto con mi compañera de trabajo Lorena, estudiante de Ciencias de la Comunicación, me comentó que ella no se consideraba feminista pero que estaba a favor de la equidad de género, argumentando que el término ha tomado un significado diferente a lo que buscaba el movimiento originalmente. Creo que Lore tiene un punto ya que desde mi perspectiva el feminismo se ha convertido en sinónimo de supremacía en lugar de igualdad gracias a la mala imagen que las feministas más radicales (véase feminazis) le han otorgado.
No digo que ser radical es necesariamente algo malo, porque no lo es. Lo radical o no radical es relativo a un status quo y cuando la situación actual está lejos de ser la ideal, tener ideas que difieren de manera extrema de esa realidad puede ser de hecho algo bueno. En este sentido, todas las feministas a finales del siglo XIX que luchaban por su derecho a votar eran radicales ya que eso estaba lejos de ser la norma. Hoy en día no vemos al sufragio femenino como un privilegio sino como un derecho básico y necesario en la sociedad.
Un día después de ver el video me encontré con un documental llamado “She’s beautiful when she’s angry” que me ayudó a entender un poco más el tema: en los años sesenta comenzó un nuevo movimiento feminista en Estados Unidos que eventualmente se extendió a diferentes partes del mundo y se le llamó feminismo de segunda ola. Algunas de las preocupaciones de muchas mujeres en esa época eran la falta de oportunidades de empleo en puestos importantes; la diferencia de salarios entre los dos sexos; la falta de educación sexual hacia la mujeres; la necesidad de obtener un control sobre su propio cuerpo mediante pastillas anticonceptivas y aborto; las violaciones sexuales; la violencia doméstica; la carencia de guarderías que ayuden a que las madres puedan trabajar; la discriminación a las mujeres de color, entre otras. En pocas palabras, luchaban por una liberación femenina. Sin embargo, empezó a surgir la idea en ciertos grupos de que el hombre era el enemigo y por consiguiente no podía haber una armonía entre los dos sexos.
En la actualidad, esta opinión se ha consolidado en la mente de varias “feministas” poniéndolas a la defensiva de cualquier señal de dominio masculino, ya sea verdadera o no. Por ejemplo, quienes se indignan cuando un hombre les abre la puerta por pura cortesía o quienes suponen que la razón por la que les sucedió tal o cual cosa es el puro hecho de ser mujer, etc. Debido a esto y a la ideología de muchos, la percepción del feminismo es en varios casos de mujeres que buscan la supremacía sobre los hombres a través de privilegios que desean obtener.
El feminismo de tercera ola que comenzó en la década de los noventa y se extiende hasta la actualidad, es una reacción ante los problemas a los que aún se enfrentan las mujeres, incluso después de los logros de la segunda ola. Si bien los movimientos en los años sesenta lograron liberar a la mujer en muchos sentidos, cuestiones como el control natal, la desigualdad de salarios, la objetivación sexual de las mujeres en los medios de comunicación, los roles y estándares impuestos por la sociedad, la violencia doméstica y muchos otros problemas reales aún son muy discutidos.
Argumentos como el que las mujeres ya son tratadas como iguales o que incluso son más privilegiadas y que por eso el feminismo ya no es necesario resultan inválidos ante esos hechos. Claro, las mujeres no son las únicas que tienen problemas, pero muchas de las dificultades a las que se enfrentan los hombres también son causadas por una desigualdad de género que es precisamente lo que el feminismo intenta abolir.
No tengo duda de que seguramente existen personas con pensamientos ridículos como las feminazis, pero en realidad nunca me he encontrado personalmente con una o no que yo sepa. ¿Tendrá algo que ver con la ciudad en la que vivo o será que más bien estos casos sirven como excusa para rechazar a todas las feministas por igual? Es importante destacar que no todas las feministas piensan igual y que muchas veces pueden estar en desacuerdo unas con otras: una razón más para no generalizar cuando hablamos de estas personas.
El problema del feminismo en la actualidad es que cada vez es más difícil reconocer actos o manifestaciones sexistas que a pesar de los esfuerzos del movimiento, aún están presentes. Es fácil menospreciar a las y los defensores de las mujeres y acusarlos de ser extremistas cuando lo único que buscan es la equidad de género y que el sexo con el que nacimos no afecte nuestra libertad de vivir como nosotros decidamos vivir.
La lucha contra el patriarcado en el mundo y en nuestro país definitivamente no ha terminado; aún hay quienes echan la culpa a las mujeres que son violadas por usar “ropa provocativa”; en México, 2 de cada 3 mujeres ha sufrido violencia de género¹; mundialmente, las mujeres ganan un salario 22.9% menor que los hombres y en México sube a un 40% en puestos de alta dirección²; los medios de comunicación presentan estándares de belleza imposibles de alcanzar que han ayudado a que la anorexia y la bulimia aumente en nuestro país.
Estas son algunas de las situaciones que ocurren en nuestro entorno. Sin embargo en otras partes del mundo son todavía más los abusos a la que las mujeres se tienen que enfrentar, pero si no empezamos a erradicar la desigualdad de género nunca podremos avanzar como sociedad y acabar con estas injusticias.
¹http://www.animalpolitico.com/2014/11/en-mexico-2-de-cada-2-mujeres-han-sufrido-violencia-de-genero-el-principal-agresor-la-pareja/
²http://www.elfinanciero.com.mx/economia/mujeres-ganan-22-menos-que-los-hombres-oit.html